LA
CANCIÓN DEL ALMA
Cuando
una mujer de cierta tribu de África sabe que está embarazada, se
interna en la selva con otras mujeres y juntas rezan y meditan hasta
que aparece la canción del niño.
Saben que cada alma
tiene su propia vibración que expresa su particularidad,
unicidad y propósito.
Las mujeres entonan esta canción
y la cantan en voz alta. Luego retornan a la tribu y se la
enseñan a los demás.
Cuando nace el niño, la
comunidad se junta y le cantan su canción. Luego, cuando el
niño comienza su educación, el pueblo se junta y le canta su
canción. Cuando se inicia como adulto la gente se junta nuevamente
y canta su canción.
Cuando llega el momento de su
casamiento, la persona escucha su canción. Finalmente cuando el alma
va a irse de este mundo, la familia y amigos se acercan a su cama e
igual que para su nacimiento, le cantan su canción, para
acompañarlo en su transición.
En esta tribu de África hay
otra ocasión en la cual los pobladores cantan la canción. Si en
algún momento de su vida la persona comete un crimen o un acto
social aberrante, lo llevan al centro del poblado y la gente de la
comunidad forma un círculo a su alrededor, entonces… le cantan su
canción.
La tribu reconoce que la corrección de las
conductas antisociales no es el castigo; es el amor y el recuerdo de
la propia identidad. Cuando reconocemos nuestra propia canción ya no
tenemos deseos ni necesidad de hacer nada que pudiera dañar a
otros. Tus amigos reconocen tu canción y la cantan cuando la
olvidaste.
Aquellos que te aman no pueden ser engañados
por los errores que cometes ni la oscuras imágenes que muestras a
los demás. Ellos recuerdan tu belleza cuando te sientes feo; tu
totalidad cuando estás quebrado; tu inocencia cuando te
sientes culpable y tu propósito cuando estás confundido."
Tolba
Phanem Mujer,
Poetisa y Escritora Africana
“Obstáculos
en el camino”
Hace
mucho tiempo un rey colocó una gran roca obstaculizando un camino.
Entonces
se escondió para ver si alguien quitaba la tremenda piedra.
Algunos
de los comerciantes más adinerados del rey y cortesanos vinieron y
simplemente le dieron
una
vuelta. Muchos culparon al rey ruidosamente de no mantener los
caminos despejados, pero
ninguno
hizo algo para sacar la piedra grande del camino.
Entonces
un campesino vino, y llevaba una carga de verduras. Al aproximarse a
la roca el
campesino
puso su carga en el piso y trató de mover la roca a un lado del
camino. Después de
empujar
y fatigarse mucho, lo logró. Mientras recogía su carga de vegetales
notó una cartera en el
suelo.
Justo donde había estado la roca. La cartera contenía muchas
monedas de oro y una nota de
mismo
rey indicando que la cartera era para quien removiera la piedra del
camino. El campesino
aprendió
lo que nunca los otros entendieron.
Autor
desconocido
“Cada
obstáculo presenta una oportunidad para mejorar nuestra condición
como
personas...
“LAS RELACIONES"
En
el transcurso de nuestra vida tenemos muchas
relaciones.
Algunas como las de pareja, las que
tenemos
con personas importantes para nosotros o
con
los amigos, las escogemos, pero otras, como las
de
los padres y los hermanos nos vienen impuestas.
Las
relaciones nos ofrecen las mejores oportunidades
para
aprender las lecciones de la vida, para descubrir
quienes
somos, a que tememos, de dónde procede
nuestro
poder y el significado del amor verdadero.
La
idea de que las relaciones son grandes
oportunidades
para aprender puede parecer extraña al
principio,
porque todos sabemos que las
relaciones
pueden ser experiencias
frustrantes,
difíciles e incluso
rompernos
el corazón.
Pero
también pueden
constituir,
y a menudo es
así,
las mejores
oportunidades
de las que
disponemos
para aprender,
crecer,
amar y ser amados.
Muchas
veces pensamos que
tenemos
pocas relaciones,
básicamente
las que
mantenemos
con nuestra pareja
y
otras personas significativas, pero
la
verdad es que nos relacionamos con
todas
las personas que nos encontramos, ya sean
amigos,
familia, compañeros de trabajo, profesores o
dependientes.
Nos
relacionamos con los médicos a los que vemos
sólo
una vez al año y con los vecinos molestos que
intentamos
evitar.Todas estas relaciones son
diferentes
a su manera, pero comparten muchas
características
porque proceden de nosotros.
Nosotros
somos el común denominador de todas y
cada
una de nuestras relaciones, desde la más íntima
e
intensa a la más distante. Las actitudes que
aportamos
a una relación, ya sean positivas,
negativas,
de esperanza u odio, las aportamos a todas
nuestras
relaciones. Nosotros decidimos si
brindaremos
poco o mucho amor a cada una de
nuestras
relaciones.
Elisabeth
Kübler Ross
LECCIÓN DE VIDA
Genjug
quiso aprender el arte de la espada para calmar el odio que guardaba
en el alma en contra del asesino de su padre. Fue a buscar a Hugen
para que lo enseñara. - Maestro –dijo Genjug-. Necesito
urgentemente saber cómo usar una espada para vengar la muerte de mi
padre, este odio no me deja en paz.
Claro
-dijo Hugen sin inmutarse-, pero necesito que me hagas un favor,
debo llegar hasta la cima de aquella colina, podrías ayudarme a
cargar esos costales, y cuando lleguemos, te prometo que te
enseñaré.
Genjug, pensó que era lo justo y sin decir palabra
tomó los costales pesados y ambos emprendieron el viaje. Aunque
tuvo cierta inquietud por saber que contenían, no preguntó nada,
porque imaginaba que lo más probable era que contuvieran algo muy
importante para Hugen. Pero al llegar a la cima no aguantó más la
curiosidad y ansioso preguntó:
- ¿Y los costales maestro, que
contienen?
Hugen sin inmutarse otra vez, tomó los costales, los
abrió y sacó de su interior montones de piedras que arrojó cuesta
abajo diciendo:
- Ah, sólo piedras sin valor. Al ver aquella
escena Genjug gritó como loco: - ¡Qué, he venido hasta aquí
soportando este cansancio, cargando esos costales inútiles que sólo
contienen piedras sin valor, y que aparte no sirven para nada.
¡Acaso está usted loco! El maestro sin inmutarse por tercera
vez, contestó: - ¡Qué, has venido hasta mí, para aprender el
arte de la espada cargando ese odio de venganza y ese rencor inútil
que no sirve para nada. ¡Acaso estás loco! En ese momento
Genjug se iluminó y prefirió aprender… el arte del perdón.
|